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Televisión Apocalíptica

Por Leslie Calderón Meza

lesliecame@hotmail.com

Siempre los cambios atraen consecuencias en la manera de pensar y de actuar. Una nueva época vendrá llena de mecanismos y aspectos característicos que influyan para todo ser humano. Al verse una persona, relacionada con aspectos de esa índole, es decir, que solía estar acostumbrada a lo «común» y súbitamente se ve rodeada de cambios, será inminente la influencia que reciba de ellos (estos últimos)… ya no vivirá, actuará, razonará igual.

Al tener la oportunidad de pisar suelo universitario, la crítica que se eleva a las esferas argumentadas (pues «fundamento sin argumento es demagogia») impide que haga caso omiso de los comentarios del profesorado. Por ejemplo uno, el más claro, fue el tema televisivo: la industria cultural trasmitida masivamente para crear normas de pensamiento en la sociedad.

Y para que no quede mayor duda, los grandes pensadores modernos, uno que aunado a los temas de maestros terminó por fulminar mi apetito por el aparato de rayos catódicos: Giovanni Sartori, quien dentro de su tesis defiende la idea de que el hombre «video-formado» (Homo videns: 17) se ha convertido en alguien incapaz de comprender conceptos, entender abstracciones.

La constante y abrumadora explicación del autor italiano respecto a los efectos provocados por el contenido de tele llegan a parecer esquizofrénicos, exagerados a la hora de la lectura, pero confiables y verificables cuando uno se sienta a disfrutar de los programas, en este caso, que en México se ofrecen.

Sin embargo hay que dejar en claro, la televisión puede ser de paga o abierta. Aunque si el 70% de mexicanos viven en la pobreza, considero que la gran mayoría de la gente en mi país tendrá acceso únicamente a televisión abierta, o sea, al escaso contenido valorable que dan los dos consorcios mayores: el de Azcárraga y el de Salinas Pliego. Por desgracia, la tele educativa como el canal 11 o el canal 22 no son de mucha aceptación, y no por aburridos sino porque se tiene la noción desde que se creó la TV en México de hacer contenidos para quinto de primaria, una y otra vez.

Es buen momento de recordar a Ernest Cassier, quien en su Sistema de la naturaleza (1758) dice que el ser humano no vive en un ambiente puramente físico sino simbólico: al principio, el lenguaje no expresa pensamientos o ideas sino sentimientos y afectos.

eduardo-3.jpg¿A dónde se quiere llegar con lo anterior? Simplemente a que se defina el término «televisión»: ver desde lejos. Entonces, se debe estar uno consciente de que este artefacto no es solamente un elemento de comunicación lingüística como la radio, periódico, teléfono, pues, en la televisión prevalece el hecho de «ver» antes que el de «hablar». De esta forma se entenderá que se ha roto el concepto de realidad simbólica, ya que se habrá convertido más en un «vidente» que en un animal simbólico. Sí, en ese entorno el habla gira en función de la imagen. Las palabras, entonces, se vuelven secundarias.

Kant ya había mencionado, mucho antes del progreso tecnológico comunicativo, que podría existir un aparato que llevara indicaciones al subconsciente del individuo. En este caso, no cabe duda que se culminó a mediados del siglo XX, gracias a la revolución industrial y a la masificación de productos.

La palabra es un símbolo que dependerá de nuestro conocimiento del lenguaje, de lo contrario no lo comprenderemos, según dice Sartori (idem: 39). Ahora, una imagen únicamente es visual, es decir, no estará en algún sistema codificado (chino, japonés, alemán): “se ve y eso es suficiente”.

Entonces, si se mencionó anteriormente la palabra <progreso> refiriéndose al entorno tecnológico (y obvio al comunicacional), se refirió también a los avances en cuanto a aparatos que transmiten la información. En pocas palabras, se priorizó el universo para hacer llegar el contenido, omitiendo la suma importancia de lo transmitido. Por lo tanto aquello que se llamó avance es un retroceso en realidad para la mente del individuo y es un grave problema. ¿Por qué el hombre se debería sentir complacido con un mecanismo informativo que en lugar de comunicar, trastorna, pervierte la verdad en su mentalidad? ¿Por qué son tan importantes los telediarios? La ventaja sistemática es que se podrá tener conocimiento instantáneamente desde una gran distancia. La diferencia es que esa sucesión de imágenes están conformadas por una óptica determinada, es decir, como en la fotografía: la mirada del autor mas no la realidad.

El factor que sea repetida una y otra vez, tal cual si fuera propaganda, es otra característica del detrimento evolutivo racional. Son retransmitidas tantas ocasiones que terminas por creerte algo que ni siquiera es cierto, además de que es mucho más fácil (de menor costo temporal) alimentar al cerebro de imágenes, que razonar un libro, revista, periódico. Si se entiende como progreso éste será para los dueños de televisoras (y empresas de publicidad) y gobernantes, como una mayor penetración. Entonces, ¿dónde queda el avance?. Si somos homo sapiens, es decir, tenemos una característica de raciocinio, y además de que el hombre constantemente se comunica consigo mismo a través de símbolos, ¿estamos hablando de una pérdida de identidad gracias a este “panóptico”? (como lo llamaría Eric Arthur Blair, o George Orwell en “1984”).

La televisión es un instrumento que depende de la industria energética, las grandes petroleras, además de conformar monopolios en su ramo, también forman corporaciones que abarcan distintos segmentos del mercado. Por lo tanto, la aguja se inclinará mayoritariamente hacia un mismo sentido. Esa cajita de Pandora, que a cada momento saca sus entes malvibrosos fue un invento apocalíptico, mata la consciencia del individuo a propósito. Lo inclina como la visión eclesiástica en tiempos de oscurantismo, hace vender realidades (baratas) y falsas que la gente ya sin identidad adquiere a cada momento que capta imágenes sin razonar. Poco falta para que se vendan títulos en el Paraíso como en la Edad Media, sólo que ahora con instrumentos más sofisticados. Insisto, si hay catorce corporaciones en el mundo las ideas prevalecientes no deben ser de muchas personas en cuanto al cómo distribuir la información.

La televisión es un objeto estúpido, porque no piensa por el mismo, pero muy útil a la hora de abastecer de información a las masas. Es un profesor mecánico codificado que entretiene, relaja y divierte. Mas, no sólo eso, sino que es un aparato formador. ¿Qué se está tratando de explicar? Que desde niño los recrea, les enseña, pero a lo largo de la vida del hombre éste instrumento tecnológico continúa influenciado al ser humano, lo hace por medio de la “información”.

Los sucesos que cobran mayor importancia son los deportivos: ¿cuánto no se ha hablado del número de espectadores durante la última Copa Mundial o de quién tuvo el rating más alto, si los de Chapultepec o los del Ajusco?. En espectáculos por igual, importó más que dos películas mexicanas tuvieran éxito en la entrega de las estatuillas de oro que lo sucedido en los linderos políticos. Ahí radica la contradicción, la política debe importar a todos por igual (siempre ponerle suficiente atención) ya que los altos burócratas darán las pautas de convivencia social, además de que también irán acompañados de las políticas económicas, todo lo anterior de sumo interés aunque a muchos no les importe. En ese Universo de “información” es donde se ven influenciados los adultos, aquella que en palabras del politólogo “nos empobrece”.

Para concluir: “información no es conocimiento”. Gracias a los instrumentos tecnológicos empleados para el tránsito de mensajes las personas pueden estar “informadas” de varios aspectos, sin embargo eso no conlleva a que se comprenda lo que se ha adquirido. Por lo tanto, se desinforma, o bien se “narcotiza”, es un submundo plagado de muchísimo información, son tantas y tantas las noticias que difícilmente se podrá ahondar en una de ellas para el común de la población.

La televisión dejó de ser un objeto benigno como en sus inicios de la BBC de Londres, donde proporcionaba documentales o aspectos educativos. Es, primordialmente, un objeto que incapacita la consciencia del espectador pasivo y lo pervierte a tal grado que está por recrear el concepto de homo sapiens en homo videns: un sujeto que depende de las imágenes para comprender.

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